La semana pasada fue la primera
de mi existencia sin ver TV. El Lunes desactive mi contrato de SKY y sólo
espero que vengan por el equipo. Esto lo hubiese hecho desde hace tiempo, pero
quería tener opciones de calidad cuando tuviera ganas de ver tele, en vez de
tragarme la porquería que transmiten los canales abiertos.
En mi niñez no existía algo más
vital que el ver televisión, en promedio me sentaba cinco horas diarias frente
a ella; y no era el único, ya que fue muy importante para el entretenimiento de
millones de personas, y eso que no había cable ni TV vía satélite, nos lo
aventábamos sólo con tele abierta.
En mi adolescencia conocí a mi
primer “Ateo de TV” alguien que no la veía en absoluto y me asuste. “¿Qué clase
de enfermo podía vivir sin ese gran aparato?”, pensé horrorizado. Me pareció un
sujeto fuera de esta realidad y lo borre de mi memoria, porque no valía la pena
recordar a dicho “inadaptado social”.
Era tal mi obsesión que mi “vida
social” era dictada por los horarios de mis programas preferidos, porque la TV era prioridad antes que
cualquier otra actividad. Obviamente no podía mantenerme así toda mi existencia
y, conforme avanzó la misma, disminuyeron los porcentajes hasta que sólo veia
una hora a la semana.
La única excepción, en mi vida
adulta, es la NFL
con la cual veo hasta diez horas en Domingo, pero no lo hago por ver tele, lo
que veo es el Fútbol Americano (sé que suena tonto pero creo que se entiende). Si
no existiera la NFL ,
tendría años sin acercarme a algún Televisor. Sin el fútbol americano no
necesitaría ninguna TV, porque tengo mucho entretenimiento con el Internet, los libros, correr, bailar, etc
La generación actual está viendo
menos TV, aunque no es una noticia totalmente buena, porque pasan mucho tiempo
frente a otras pantallas: las de Lap tops, Tablets o Smartphones, pero ahí
radica la diferencia: comunicación de dos vías, no como en la tele en donde ella
nos da y nosotros recibimos, sin poder interactuar.
La calidad y cantidad de TV que
vemos está determinado por el nivel cultural del público, aunado a esto, en
Internet tenemos a nuestro alcance otras opciones que se adecuan más a nuestros
intereses específicos, en vez de consumir algo predeterminado y genérico que
nos puede resultar medianamente interesante.
Las televisoras en el mundo se
van dando cuenta que pierden terreno, por lo que ahora ofrecen contenidos más violentos, más sexuales o, de vez en cuando, más profundos. A pesar de estos
esfuerzos para no perder auditorio a manos del Internet, el futuro de la televisión
(como la conocemos hoy en día) ya ha sido fijado y tiene que evolucionar para
no desaparecer o pasar a un segundo término como en su momento ocurrió con la Radio.
Ahora, si está muriendo por sí
misma ¿por qué un título tan violento para este escrito? Voy a dar algunos
argumentos para no detener dicha decadencia sino, de ser posible, acelerarla.
¿Han notado que, después de ver
TV o de “internetear”, no es tan fácil
conciliar el sueño? Nuestro cerebro está con demasiada información violenta y
espectacular, por lo que tarda en relajarse. Además nuestros ojos están muy
excitados y les cuesta tranquilizarse. Si en la noche intentan leer, escuchar música u hacer otra actividad más pacifica, comprobarán que se duermen con
mayor facilidad. Esto obviando el hecho de que ver televisión va en perjuicio
de nuestras horas de sueño.
Mucha gente utiliza la caja tonta
como compañía, simplemente la prenden para escuchar algo mientras realizan
otras actividades en casa, yo que vivo solo lo puedo constatar. ¿Por qué no
poner música? Así no dependemos de la vista y no acabaremos atrapados por algo
en una pantalla. Independientemente de esto, esa necesidad de ser acompañado
por sonidos refleja nuestra dependencia al ruido de la civilización humana, hemos
perdido la capacidad acompañarnos en silencio, esto se hace evidente si alguna
vez pretendemos meditar o concentrarnos en algo y no podemos porque no sabemos
existir sin sonidos.
Estamos tan acostumbrados a que
se nos de todo “peladito y a la boca”, un producto terminado que nos hace
descuidar los demás sentidos, cuando hay otros medios con los cuales
experimentar, comunicarse y desarrollar nuestra imaginación. Se ha atrofiado
nuestra inventiva, ya no podemos disfrutar una canción sin un vídeo atractivo
ante nuestro ojos; ni siquiera debo mencionar lo perjudicial que resulta para
la lectura, y por lo mismo nuestra creatividad se ve truncada porque, cuando
uno lee, las imágenes se las va formando uno mismo, a diferencia de la TV en donde nos dan las versiones
“oficiales” y, en nuestro pasivo conformismo, lo aceptamos tal cual nos lo dan,
y no sólo son las imágenes, son las noticias, las ideas, las modas, las maneras
de pensar, de expresarse, de vestirse, etc.
¿Qué pasa con nuestras
expresiones creativas? Las vamos descalificando, como “no salen en la tele”, no
alcanzan esa categoría celestial e infalible que poseen las cosas por el simple
hecho de salir en una pantalla. La
TV nos ha quitado nuestra dignidad y autoaceptación, a través
de la descalificación de nuestras ideas, siendo que todos tenemos pensamientos
y expresiones tan o más valiosas que las que salen en cualquier canal pero,
como estamos embobados frente a una pantalla, no nos damos la oportunidad de
pulirlas y compartirlas.
Le hemos dado tanta importancia a
la caja tonta que, en nuestro inconsciente, ya damos como un hecho verdadero e
irrefutable todo lo que sale en ella, se ha convertido en nuestro gurú, en
nuestra religión y nuestra guía de vida. Dicho poder es inmenso y las
televisoras lo saben y no lo quieren perder, de hecho, lo quieren incrementar,
es por eso que cada vez se nos ofrecen programas más atractivos, cargados de
violencia, sexo, malas palabras, intrigas, miedo, sangre, situaciones incómodas
o prohibidas, en fin, tantas cosas ante las que la gente exclama: “¡No! ¡Por
Dios! ¿Cómo pueden ver eso?” pero lo están viendo con un placer profundamente
morboso, aún más grande que su fingido escándalo.
Es demasiado poder para un medio
y, por lo mismo, han aprendido a manipularnos, por eso se dice que los medios
de comunicación son el cuarto poder, el cual se manifiesta a través de una
influencia casi total sobre la población. ¿Cuántas historias que vemos en la
pantalla son ciertas?, ¿Cuántas de ellas han sido modificadas para contarnos algo
distinto? Entre más inculto e iletrado es el televidente, resulta más moldeable,
y esto también es cierto para las religiones.
Desde hace unos tres años deje de
ver noticias, y me he ahorrado una cantidad impresionante de estrés. No
entiendo la necesidad compulsiva de perder media o una hora entera para que te
infundan miedo, intranquilidad e incertidumbre, sobre si vas a mantener tu
estatus de vida o se va a truncar con una tragedia de orden político,
económico, religioso, bélico, natural, social o tantas otras notas que
“casualmente” los noticieros proporcionan de manera tan “imparcial” y
“objetiva” (me voy a acabar las comillas a este paso). Se puede vivir sin ver
noticias, si hay algo realmente importante, se van a enterar y, por lo
mientras, ya se ahorraron tiempo y estrés.
Mucha gente argumenta que,
llegando a casa, ya no quiere saber nada y sólo quiere “desenchufarse” viendo tele,
sin complejidad, fácil y rápido. Muy respetable la postura, pero recuerden que
lo barato sale caro: uno se puede relajar también leyendo, platicando,
caminando o simplemente durmiendo en vez de ver TV. ¿Por qué no invertir un
poco en una distracción ad hoc a nuestros intereses, en vez de “tragarnos” lo
que nos de la tele? Teniendo tanto por leer, por escribir, por escuchar, gente
por conocer, por bailar, ¿quién tiene tiempo para televisión?
No voy a negar, porque sería un
mentiroso, que el ver televisión me ha dado grandes momentos de placer a lo
largo de mi existencia pero, también es cierto, que la gran mayoría del tiempo
“gozoso” que me dio ya ha pasado. No dudo que me vaya a dar algunos momentos de
entretenimiento en el futuro pero ya van a ser marginales, puesto que ya he
recibido casi toda la diversión que iba a recibir en toda mi existencia de
ella.
Extrañaré Nat Geo, Discovery, Warner,
History, VH1, ESPN, el Tranquility Music o NFL Network, además de que mi
pantalla plana ahora sólo será usada para ver mis DVD o Blu Ray. Aunque esta batalla
personal con la TV
aún no termina, por el momento voy ganando y con bastante facilidad, lo único
que me preocupa es que tiene un as muy poderoso bajo la manga para tentarme: La NFL que iniciará en Septiembre.
Hebert Gutiérrez
Morales.
3 comentarios:
Hola Hebert, nuevamente disfrutando de tu escritura, tus puntos de vista y ocurrencias. Coincido casi en la totalidad, pues aun no soy capaz de deshacerme de la tv por cable, ya que me gustan mucho algunos programas del canal 11, el 22 y (Sicom Puebla, abierto), así como de repente Discovery y History (ambos cada vez peor. En decadencia también Animal y DH&H. Espero al menos que aunque sigamos viendo tele, seamos críticos, selectivos y cada vez menos enajenados. Por cierto me encantan las imágenes con las que completas tus escritos, me pregunto: ¿cómo le hace para conseguirlas tan a doc? jajaja. Felicidades querido Hebert, un fuerte abrazo.
Por cierto, acabo de terminar la novela "Los hombres que no amaban a las mujeres" de Stirg Larsson, está buenísima, te la recomiendo.
Hasta pronto. Julieta.
Puedo recordar brevemente que cuando existía Imevision, la televisión del estado se transmitía un programa llamado: "Caleidoscopio" conducido por el escritor Ricardo Garibay, los ciclos de cine Francés, Ruso, Polaco, Checo, Alemán y Cine Mexicano de aquel que se prohibía su exhibición en los años Sesentas... No te diré que todo lo de antes era mejor, pero se hacia mas énfasis en Razonar, en saber, en reflexionar, en saber cuestionar. Hoy con tanta tecnología y tanta información, hay mas basura que nunca.
Y a 7 años, ya cambiaste la pantalla plana? Yo con la que tengo ya no veo esa necesidad de cambiarla
Publicar un comentario