Me considero
alguien afortunado, ya que mi primera etapa escolar (Kinder, Primaria y Secundaria)
la curse en instituciones de Gobierno. La Preparatoria ,
Universidad y Maestría las hice en escuelas privadas, tal vez no las más caras,
pero de paga a fin de cuentas.
Fue muy
enriquecedor vivir ambas experiencias. En las públicas uno encuentra fácilmente
camaradería, autenticidad reflejada en amistades más puras, en donde los
intereses son menos. Sin embargo, también encuentras especímenes más
“peligrosos”, nocivos y/o con calidad moral cuestionable. Pero eso también
forma parte de la gracia de ir a instituciones de gobierno, porque uno aprende
bastante de la selva urbana, en secundaria alguna vez escuche “Pareciera que
nos entrenan para la guerra de Irak”. Ciertamente la vida en escuela pública
puede ser más dura y salvaje pero, por lo mismo, más provechosa. Lo viví en
carne propia con el bullying que recibí en la Secundaria , nunca más
volví a experimentar algo parecido (dudo volver a sentir algo así hasta el
final de mis días, y eso que ya estuve casado).
Cuando
ingrese a las instituciones de paga, note un ambiente extraño. A primera vista
parece más civilizado, más educado y hasta refinado, una atmósfera muy
“bonita”. Con el tiempo aprendes a detectar la falsedad atrás de esa fachada,
conoces lo que son las poses, los intereses y las pretensiones. Es cuando
factores como el dinero contribuyen fuertemente a tu atractivo o popularidad.
Tal vez sea un ambiente menos hostil a primera vista, ya que físicamente eres
respetado, así que es agradable ya no tener que cuidar el pellejo y vivir de manera
tranquila. Sin embargo, la violencia moral y social es implacable por lo que
toda esa tranquilidad que ganaste, la pierdes por mantener las apariencias y/o
un Status Quo.
No
quiero caer en el error de generalizar. Obviamente hay gente fantoche en las
escuelas públicas como gente salvaje en las privadas. Sin embargo, hay que
admitir, que el medio para que estos especímenes proliferen cambia radicalmente
de una a otra institución. Cada cual tiene una personalidad endémica (por
llamarlo de alguna manera). Me alegra haber estado en ambos ambientes ya que
enriqueció mi percepción de la realidad.
Normalmente,
aunque no siempre, las privadas suelen tener mejor nivel educativo que las
públicas. Naturalmente ése es el punto central de la educación, por lo que
elegiría una privada para mis (hipotéticos) hijos. Pero, si hacemos de lado ese
hecho, podré ser llamado naco, mediocre y demás calificativos, optaría por una
pública, ya que son más divertidas y reales en cuanto ambiente y enseñanzas de
la vida real.
Se aprende
mucho en ambas instituciones: en una comprendes a los madrazos físicos y en
otra a los madrazos psicológicos. El convivir con personas distintas (sin
importar clase social, ideologías, religiones, equipos de fútbol, etc.) es muy
productivo para tu bagaje cultural. Te enseñan más allá de los libros y el
pizarrón, ya que casi nada de lo que vi en la carrera me sirve en el trabajo,
pero mucha de la interacción que tuve sí me ayuda en la oficina. A veces no es
tan importante la inteligencia cognitiva como la emocional, la cognitiva te la
fomentan en las aulas, la emocional fuera de ellas pero aún dentro de la
escuela.
Tenía
una amiga súper inteligente en VW, muy trabajadora, movida, lista, alegre,
avispada entre otras tantas virtudes. A mí me consideran una persona de
carácter difícil, pero ella me dejaba atrás y por mucho trecho. A pesar de que
era la mejor de su grupo, se optó por recortarla, debido a su actitud tan
independiente y tan poco adaptable al resto del equipo. Ella me lo confesaba,
su rendimiento era superior al resto, sin embargo, no se adaptaba a ellos. Por
lo tanto, por más “estrellita” que fuera, optaron por sacrificarla antes que a
otros individuos con menor rendimiento pero mejor actitud grupal.
Al
igual que mi amiga, tenía el mismo error, afortunadamente en la empresa empecé
a comprender la importancia del trabajo en equipo, algo que me negaba aprender
a raíz de mi traumatizante experiencia en la Secundaria. Al
final uno no puede trabajar solo todo el tiempo: se brinda y solicita apoyo,
sin importar las capacidades individuales, porque todos necesitamos de todos.
Esto lo aprendes en la escuela, aunque no precisamente en los libros de texto.
Ahora
que hago consciencia con este escrito, me parece que mis padres bien pudieron
enviarme a escuela privada desde el mismo Jardín de niños. Desconozco por qué
no lo hicieron y, honestamente, no me quejo. De haberme privado de esas
experiencias tan jugosas, seguramente mi visión existencial estaría (aún más)
sesgada.
Las
escuelas son una especie de laboratorio para la vida cotidiana. Hay personas
que “brincamos” de la pública a la privada y, en automático, el status social
cambia. En la pública era de los afortunados pero, al llegar a un ámbito más
ostentoso, pase a ser de los Standard. Hoy en día eso me es irrelevante, pero
en la adolescencia (en donde buscas la identidad con pasión) era algo muy
importante. Aprendí mucho de esa dinámica social que nadie admite, pero que la
mayoría aplica y que tanto odio: “Cuánto tienes, cuánto vales. Nada tienes, nada
vales”.
En mi
último año de Preparatoria estaba consternado sobre la posibilidad de ir a una
Universidad pública, me preocupaba bastante porque, para mi Status Quo, tenía
que asistir a una privada (sin importar el nivel, sólo que fuera de paga).
Obviamente no estaba preocupado por mi formación académica, sólo me interesaba
la etiqueta social, la identidad que estaba adquiriendo y los círculos que
pudiera frecuentar. Al paso de los años, estoy seguro que mi vida no hubiese
sido tan distinta de no haber ido a una privada tal vez, si hubiese sido menos
inmaduro, hasta una buena universidad pública hubiese escogido, para revivir
mucho de ese ambiente que experimente en mis primeros años.
¿En
realidad importa ir a una escuela de gobierno o a otra privada? Como ya
mencione líneas arriba, si tuviera hijos, los mandaría a la mejor escuela
disponible, por lo que sería una privada al alcance de mi presupuesto. Sin embargo he constatado que la escuela es
tan buena como uno le saque provecho. He visto gente valiosa, la cual ha
crecido mucho profesionalmente, y que egresaron tanto de privadas como de
Gobierno. Y también conozco casos que se quedaron en la mediocridad, saliendo
de ambos ámbitos.
La
calidad personal no es determinada por la escuela (aunque una buena sí ayuda).
Honestamente, tuve mejores opciones para mi
Carrera y mi maestría, pero les he sacado bastante provecho en mi
trayectoria laboral. El monto que pagues no determina lo bueno que vas a ser,
esto va ligado al compromiso personal de aprender en todos los aspectos
posibles, porque uno cosecha exactamente lo que siembra.
La
educación en sí no se puede comprar, simplemente se mama desde la casa. Los
valores que uno recibe en el hogar, como el respeto a los demás, la sencillez
que tiene uno al saberse igual que el resto. Cuando se está consciente de que
todos somos mortales, el dinero que uno tenga o deje de tener pasa a segundo
término. Los principales responsables de que sus engendros tengan alta calidad
moral son los tutores. La escuela enseña, los padres educan.
Antes
de finalizar, sé que a un nivel estoy romantizando, también sé que parte de lo
que escribo trae una nostálgica subjetividad. Reconozco que la calidad de
educación pública que recibí es muy superior a la que se imparte hoy en día. La
formación de los alumnos es lo de menos cuando la mayoría de los maestros (no
todos) tienen en mente temas económicos, políticos, sindicales, y tantos
intereses ajenos al alumnado; el
resultado es la educación tan mala actual (y el tener malandrines y holgazanes
como alumnos, tampoco ayuda mucho).
Creo
que, aunque fueron mis primeros años, me siento más identificado con el
ambiente desenfadado y salvaje de escuela pública, con poses menos fuertes y
camaradería más auténtica, por eso considero a las escuelas de Gobierno como mi
Alma Máter.
Hebert Gutiérrez
Morales
1 comentario:
Hola Hebert,
Muy interesante tu tema, aunque honestamente pensé que en este ensayo abordarías la grave problemática de la educación en nuestro país, algo así como la película de: "De Panzaso (la cual por cierto no he visto).
Ojala escribas sobre esto algún día porque creo que tienes un estilo crítico muy apropiado y la experiencia suficiente para lograr un gran ensayo con este tema.
Y entrando en materia de tu ensayo, a mi me pasó lo mismo cuando pasé de una prepa pública a una Uni privada ¿ves?... Pues yo veía a los fresitas venidos del Americano, del Humboldt o del Benavente y me decía... ¿de veras serán tan buenos o son puro blof?... Pues con el paso de los años me inclino más a lo segundo, puesto que, a pesar de sus mayores conocimientos académicos, su inteligencia emocional era casi siempre menor a la nuestra (los clásicos cirqueros "formados" en grupos de hasta 70 chamacos apestosos y violentos.
Un abrazo y seguimos en contacto.
Daniel
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